lunes, 28 de enero de 2013


 
 
 
No quiero que te marches
Y retengo tus manos
Para no perderte, para no perderme
Y retener un poco de mi infancia.
Mi infancia de muñecas de trapo,
Cosidas por tus manos.
De pan y torta,
Que la vieja del monte me  mandaba
Cuando tú madrugabas
Para traer la leña del invierno y que me dabas
Con  manos amorosas.
Manos que tanto  calor dieron
Tus manos y las mías se están  quedando heladas.
                                                                               A. Cármenes
 
 
 
 
    Estos días,  en que han vuelto a mí tantos recuerdos, he sentido la necesidad de escribir unas palabras como homenaje  para ti y para todas esas mujeres campesinas de tu generación y deciros  que os admiro profundamente  por muchas cosas, por esos valores que  intentasteis transmitirnos  y que nosotras a veces hemos dejado en el camino. Pero sobre todo porque fuisteis valientes, sabias, generosas y alegres.
    Afrontasteis con valentía los duros años que os tocó vivir, sin quejas, trabajando de sol a sol para que nosotros tuviéramos una vida mejor.
    No necesitasteis libros, congresos ni conferencias para saber que la lactancia materna era lo mejor para vuestros hijos. Y además  a demanda como recomiendan ahora.
    Sabíais  atender partos, curar catarros, restañar heridas, cuidar ancianos…acunar y abrazar a los vuestros amorosamente.
    Erais las mejores haciendo gorros, calcetines, bufandas …y muñecas de trapo.
   Con muy pocos ingredientes a veces solo huevos,  pan  y leche elaborabais las mejores recetas  y no necesitabais  destructurarlas  para que supieran a gloria.
   No conocíais  la palabra solidaridad pero siempre estabais dispuestas ayudar al que lo necesitaba, sin importaros el día o la hora. Y compartíais vuestra comida con aquellos pobres de verdad, que acudían periódicamente al pueblo y a los que nunca negasteis el pan y la sonrisa.
   Amasteis a los animales y los campos sin saber nada de ecología  cuidando de la naturaleza  y  adornabais   vuestra casa  con lo que ella  os ofrecía , ramos de flores,  ramas secas,  recogidas , la mayoría de las veces, a la vuelta del duro trabajo.
   Pienso que en muchas cosas fuisteis más libres que nosotras. No  os deprimíais  por unas arrugas, ni por unos kilos de más,  ni por  no ir de vacaciones. Paseasteis, paseáis algunas todavía, vuestra vejez  con una dignidad envidiable, aparentando sin rubor vuestra edad sin operaciones  ni cosméticos.
   Disfrutasteis al final de lo poco que os dio la vida, pero sobre  todo  de los pequeños éxitos que conseguían vuestros hijos y nietos  sin daros cuenta que casi todos eran obra  vuestra. Pues si algunos o muchos hemos tenido una  vida mejor, ha sido  gracias a vuestro trabajo y sobre todo a vuestras  renuncias.
   Y todo lo habeis hecho sin pedir nada a cambio y con una sonrisa. Os mereceis  más  que estas  pobres  palabras pero yo  las escribo con todo el cariño para mi madre y todas esas madres allí donde esten. 
 
 
 

3 comentarios:

  1. te parece precioso porque nos quieres y porque tuviste una mmadre de esas, de la que yo admiré muchas cosas sobre todo su discreción y que sabia hacer tortilla sin huevos. Un beso

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