domingo, 24 de noviembre de 2013

Frente  a mi ventana, tejados mojados,
la vida pasando, y yo ...por detrás.. 

                                                         Ana C.



Ya sé que a los ojos de mucha gente quizá yo soy un poco rara. Me gustan o me disgustan cosas que a mi edad deberia ya tener superadas. Una de ellas son  los domingos. Nunca me han gustado demasiado. Al principio de mi vida sí, eran domingos amables con postres que hacía mi madre, con lumbre en la cocina y con promesas de paseos por la tarde ..a la carretera. Despues  no me han gustado. Lo siento pero siempre los domingos me agarran sentimientos poco agradables y digo me agarran por que por más que intento evitarlos llegan no sé como y aunque es verdad que lucho contra ellos  hay veces  que me pueden .Y entonces reconozco que me vuelvo un poco insoportable. Pero por suerte  solo duran venticuatro horas y el  resto de la semana son muchas más .
Estoy segura que algún día  me pareceran maravillosos. Bueno  tengo que reconocer que alguno de ellos ya lo han sido.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Adonde irian las naves sin ilusión
 de rumbo. A que  distancia huir
 sin ilusión de olvido.

A que madre no amar con ilusion eterna.
                                                                      Aurelio G, Ovies.




Hay  dias lluviosos y tristes y dias con sonrisas y sol. Así es tambien la vida. Y por  mucho que nos empeñemos en decir que todo va bien todos, todos, tenemos  nuestros días lluviosos y nuestros días con sol, y no se puede  luchar contra los elementos. Solo podemos en los días  lluviosos  abrir esos paraguas  que todos guardamos, y a los que siempre  recurrimos, para protegernos  de esa lluvia  y mojarnos lo menos posible. Y sobre todo traer a la memoria los  días soleados, Seguro que su recuerdo  secará  más rapido las  secuelas de la lluvia.



jueves, 7 de noviembre de 2013

Chocan por un momento tus ojos  y los mios
y en los dos anida no sé si la tristeza
o un cierto desengaño.......

                                                  Ana C.


                                     
Hace meses que lo veo sentado en los bancos de mi barrio, solo, cabizbajo, como ausente,con su gorra visera y su cayao. Cada vez que lo miro algo dentro de mí se remueve, y hoy no he podido menos que acercarme a él  y  hablarle ,se llama Manuel y ha venido del pueblo a vivir con los hijos.
Cuando toqué su mano para despedirme y vi una mueca de sonrisa en su rostro me dí  cuenta  que no era el quien necesitaba compañia ..era yo quien  quería recuperar algo de mi vida que se fué. Gracias Manuel.